Estudio realizado por equipo académico de la Universidad de La Frontera arrojó alarmantes resultados, en el que más de la mitad de los estudiantes evaluados presenta distintos niveles de obesidad, alcanzando indicadores de malnutrición por exceso nunca vistos.
El 57% de los menores de entre 6 a 12 años evaluados en Temuco son obesos. Con esta alarmante conclusión finalizó un estudio desarrollado por académicos de la Universidad de La Frontera quienes, durante dos años, evaluaron a 289 escolares pertenecientes a cuatro establecimientos públicos y particulares subvencionados de la capital regional. La investigación, liderada por la Dra. Teresa Balboa, incluyó la participación de académicos del Departamento de Salud Pública, Ciencias Preclínicas y del Departamento de Educación Física.
A través de la realización de Densitometrías Óseas se pudo realizar un examen completo a cada estudiante, lo que permitió conocer su composición corporal de forma detallada en relación a la cantidad de tejido graso y magro. Estos datos, unidos a indicadores antropométricos (peso, talla, circunferencia, pliegues, etc.), entregaron la irrefutable realidad: indicadores de obesidad nunca antes vistos en escolares temuquenses.
Para la Dra. Balboa se trata de resultados preocupantes que siguen la tendencia nacional de aumento en la prevalencia de obesidad infantil postpandemia de COVID-19 y que encuentran explicación, además, por los Determinantes Sociales de la Salud con los que cuenta La Araucanía, territorio con elevados indicadores de pobreza multidimensional que condicionan -entre otras cosas- las oportunidades para tener mejor salud en cuanto a hábitos y estilos de vida.
“Es muy importante ver cómo los estilos de vida influyen en la salud de la población. Esto es una reacción post pandemia, donde los niños no pudieron ir al colegio y estuvieron en casa comiendo sin restricción, sin horarios, con hábitos sedentarios y alta exposición a pantalla. Existe una relación directa entre los hábitos sedentarios – alta exposición a pantallas- y el aumento de la obesidad infantil”, indicó la Dra. Balboa.
Al ser un problema multidimensional, el desafío para reducir la prevalencia de la obesidad infantil requiere de un abordaje integral, el que debe incorporar todas las políticas que inciden en la práctica de estilos de vida saludable entre la población, tales como salud, educación, transporte, vivienda y urbanismo, entre otros. Y es que la evidencia muestra que la distribución de la obesidad no tiene una distribución al azar, dado que todos los estudios indican que la prevalencia es mayor en personas con menor grado de escolaridad.
“En el estudio, un 60% de las madres reportaron estudios superiores, por lo que se espera que este problema sea mayor en familias más vulnerables”, destacó la académica UFRO.
Sumado a exámenes antropométricos y de laboratorio, el estudio evaluó la percepción de los padres sobre de la salud de los menores, el que reportó que el 96% de los entrevistados encuentra que la salud de sus hijos/as es buena o excelente, lo que se traduce en el no reconocimiento de la obesidad como una enfermedad crónica.
Para la Dra. Balboa este resultado -también- se condiciona por el desconocimiento de parámetros médicos específicos como la presión arterial, evaluación no considerada en controles periódicos infantiles.
“Un 34% de los niños presentó valores por sobre lo recomendado de acuerdo a su edad y sexo, es decir, uno de cada 3 niños evaluados en establecimientos educacionales de Temuco tiene la presión alta”, señaló.
Por lo mismo, el equipo investigativo de la Universidad de La Frontera entregó un informe personalizado a las familias evaluadas con la medición completa de los niños y niñas. Este proceso de devolución se suma a la generación de un manual con recomendaciones de medición nutricional infantil destinado a profesores y equipos de salud de los establecimientos, además de charlas abiertas a la comunidad escolar.
EPIDEMIA DE SEDENTARISMO
En la década de los 80 Chile reportaba un 4% de malnutrición por exceso, cifra que de acuerdo al Mapa Nutricional de JUNAEB al año 2020 ya alcanzaba un 54%. Las cifras más altas de obesidad infantil se encuentran en los niveles preescolares donde además de mayor prevalencia, los niños presentan mayor grado de obesidad u obesidad severa o mórbida evidenciándose un 12% en prekinder y 11% en kínder, es decir, niños de entre 3 a 5 años con obesidad mórbida.
Este aumento explosivo y sin precedentes de la obesidad infantil es un fenómeno que se repite en el mundo y que guarda relación con la dieta occidentalizada y el estilo de vida “enfrentamos una epidemia de sedentarismo. Hoy el juego se basa en actividades sedentarias, con mayor tiempo de exposición a pantalla y menos juegos activos. Esto tiene un impacto en la salud física y mental de los niños”, concluyó la Dra. Balboa.
Este proyecto cuenta con financiamiento de la Agencia Nacional de Investigación y Desarrollo (ANID) a través del Fondo Nacional de Investigación en Salud.
A la fecha, la tendencia mundial de obesidad continúa al alza, incluso en países en vías de desarrollo y desarrollados, siendo las únicas naciones que se mantienen al margen aquellas en las que aún existe una alta prevalencia de desnutrición, pero, inclusive, algunos países de África ya reportan un aumento considerable.