Como se ha hecho habitual en los últimos años, varias son las escuelas que en estos días se suman a la celebración del We Tripantu (llegada de un nuevo año del ciclo natural) a través de ceremonias y eventos artísticos con vestimentas, sonidos, gastronomía y otros elementos típicos.
Son actos simbólicos que recuerdan una alta pertenencia a la etnia y que relevan el valor de la diversidad cultural, pero que están lejos de ser acciones transformadoras. Así lo afirma Claudia Silva, representante de Educación 2020 en la zona sur, quien precisa que “el gran desafío de la educación intercultural es que el tema deje de ser una anécdota en el calendario escolar y pase a ser parte de la formación de los que vivimos en este territorio, en el currículum y en el cotidiano”.
Silva explica que esto tiene que ver con ampliar la mirada en aspectos como la enseñanza de la historia, religión y cosmovisión, de los idiomas, de las matemáticas, de la organización de los espacios de aprendizaje. Una opinión que comparte Humberto Vaccaro, profesor y jefe de proyecto de Educación 2020, quien asegura que “la escuela ha sido una de las instituciones más homogeneizadoras y por lo tanto ha contribuido a la ‘desculturización’ de los pueblos indígenas”.
Añade que se ha avanzado, pero que aún es insuficiente. “Hablar de interculturalidad es hablar de una relación en la que las distintas culturas tienen el mismo valor, donde las personas se reconocen como iguales, pero diversos, y aprecian la riqueza de esa diversidad. Y en este sentido hay desafíos gigantes en el sistema educativo”, precisa.
En esto coinciden educadores como Hernán Marinao, asesor intercultural que trabajó 14 años en el Liceo Reino de Suecia, Saavedra. “Ahí impulsamos actividades culturales, la construcción de una ruka, de los chemamüll (escultura mapuche). El liceo asumió su identidad y eso es importante para que los niños y niñas reconozcan el valor de su cultura”, señala el asesor intercultural.
A pesar de los avances en el liceo y en otros establecimientos, Marinao enfatiza que “hace falta mucho más para hablar de educación intercultural”. Precisa que la enseñanza de la lengua se debe extender más allá de sexto básico y que es necesario “flexibilizar” el currículum en materia de contenidos, desarrollo de habilidades e instrumentos de evaluación. “Hoy en día el modo de enseñar no se hace cargo de las diferencias que existen y por lo mismo nuestros estudiantes no están desarrollando sus capacidades como podrían hacerlo”, precisa.
Concluye que “la sala de clases debe ser un espacio de encuentro entre las culturas. En la medida que se abra el espacio para el diálogo, podremos fomentar el respeto en nuestra Región”.
“La educación intercultural no significa tomar las cosas folclóricas”
Álvaro Leñam nació en una comunidad indígena ubicada en Hualpín, donde tempranamente hace suya la cosmovisión mapuche. Al finalizar la educación básica se traslada a Temuco para seguir los estudios de enseñanza media, y luego a Santiago a estudiar Ingeniería Industrial. No obstante, siente que la carrera no satisface sus deseos de aportar a la sociedad, por lo que decide dedicarse a la docencia y volver a su ciudad natal para ejercerla.
Opina que “se ha avanzado en educación intercultural, pero no es porque la política lo haya impulsado; es porque hay personas que nos hemos movilizado para que esto ocurra”. En este sentido, enfatiza que “el conocimiento se estandariza en la educación formal y el conocimiento mapuche no es ‘estandarizable’, no es medible (…). Tiene que ver con valores, con formas de ver el mundo, con la protección de la naturaleza”.
Leñan sostiene, además, que “la educación intercultural no significa tomar las cosas bonitas o folclóricas de la cultura, significa realmente considerar la esencia del mapuche, de entender su vida, su mirada del mundo, de ver al otro de verdad. Este no es un camino fácil, pero sí es enriquecedor”.
En esto coincide Rebeca Ancavil, quien nació en una comunidad mapuche de Maquehue y hoy se desempeña como educadora en el Liceo James Mundell, donde es una permanente promotora de la cultura mapuche. A través de la creación colectiva de obras de teatro, rescata la esencia y la cosmovisión del pueblo, haciendo partícipe a la comunidad educativa.
Importancia de la lengua
La profesional dice que la importancia de promover una educación intercultural radica, principalmente, en la necesidad de preservar la lengua. “Yo le digo a los niños que deben aprender el mapuzungun; de lo contrario va a pasar lo que ha pasado con otros pueblos, que han desaparecido. La lengua es lo más importante para un pueblo y en eso que trato de concientizar”, señala.
Respecto a la educación actual, manifiesta que falta una definición más clara sobre cómo enseñar la cultura en las escuelas y añade que “esto va más allá de celebrar el We Tripantu o saludar en mapuzungun. Se trata de formas de pensar, de actuar, de ver el mundo».
Y concluye que «el mapuche, por ejemplo, se da el tiempo para pensar y nosotros, por el currículum, no podemos dejar que los niños piensen. Si se demoran un poco, les damos las respuestas. Aún hay que avanzar bastante para lograr una educación intercultural y para eso es importante sentarse a pensar, darse el tiempo y conversar con las personas que están en estos contextos educativos”.