El aislamiento social ha sido una de las medidas que se han instaurado en los países desde el comienzo del brote de COVID-19, lo cual lleva a las personas a enfrentarse a momentos de incertidumbre que pueden llevar a afectar la salud mental, generándose cuadros de ansiedad e incluso pánico.
Sin duda, todo cambio de rutina puede significar un estrés, pero serán en menor o mayor grado de acuerdo a edad, características de las personas y tipo de trabajo habitual. Por ejemplo, las personas que realizan actividades repetitivas o rutinarias les será más difícil adaptarse a una situación distinta y desestructurada. En cambio, aquellas que su trabajo es cambiante o más bien solitario, como es la rutina de ciertos investigadores, tendrán menos problemas en trasladar su entorno de trabajo a casa.
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