“La ciencia se basa en la evidencia y el pensamiento crítico, y acercarla a niñas y niños fomenta el análisis por sobre la memoria, lo que les ayudará a comprender el mundo a su alrededor. Mientras más pequeños sean, más positivo puede ser el impacto”, dice la doctora en Ciencias Físicas, Fabiola Arévalo.
La reconocida académica de la Facultad de Estudios Interdisciplinarios de la Universidad Mayor sede Temuco, entrega una serie de consejos para que padres y cuidadores puedan acercar la ciencia a los más pequeños de la casa, sacando partido a las cuarentenas y con acciones simples, al alcance de muchos.
La clave está en hacerlo antes de que estos se formen prejuicios sobre las diversas áreas científicas, por lo que la enseñanza básica sería un buen punto de partida. Pero, ¿cómo lo hacemos?
La Dra. Arévalo comenta que al momento de hacer un regalo o inscribirlos en un taller, se debe elegir algo que fomente la creatividad y la curiosidad innata que tienen los niños. “Conocer la historia de científicas y científicos, ya sea a través de un libro o un documental, también ayudará a motivar y entender cuánto hemos avanzado”, añade.
Asimismo, destaca que “hay actividades que se pueden realizar en familia que involucran el método científico y ojalá intentar no traspasar los prejuicios a las futuras generaciones”.
Actividades en casa
Hay muchas actividades que se pueden realizar en casa, por ejemplo, en astronomía se puede construir un reloj solar u observar constelaciones y planetas, ayudándose con libros o, incluso, con el celular.
“Hay juegos como el sudoku o el ajedrez o los monogramas, donde se aplica la matemática de forma entretenida. También, son recomendables experiencias con el medioambiente y la sustentabilidad, como hacer compostaje casero o construir un mini huerto urbano, esto permite hacer experiencias donde habrá etapas y resultados en meses”, agrega la académica U. Mayor.
Sobre el proceso, indica que “es importante que participemos todos los involucrados. Los científicos, por ejemplo, debemos dar charlas en colegios y organizaciones, no solo en congresos y para colegas”.
Asimismo, “los profesores pueden enseñar ciencia, incluso, con enfoque de género, hablar tanto de Albert Einstein como de Marie Curie, o que los problemas de física sean de Jane salvando a Tarzán. Por otro lado, las familias son las que primero responden preguntas en la infancia y a partir de ese momento se puede fomentar el pensamiento crítico”, detalla.
Es importante además considerar que el lenguaje construye realidad, por lo que cuando los niños escuchan que los adultos a su alrededor dicen que: “La matemática es difícil”, esto los predispone negativamente a la ciencia antes de que puedan experimentarla por sí mismos.
“Hay áreas científicas donde hay contacto más directo o donde se pueden imaginar los procesos, pero en mi opinión, con todas las áreas se puede hablar de pensamiento crítico, aprender de los errores y qué significan las palabras evidencia, hipótesis y teoría”, finaliza la Dra. Arévalo.
–¿Cuál es el rol de la divulgación científica en todo esto?
–Es esencial. El conocimiento no puede estar encerrados en una torre de marfil, tiene que llegar a la sociedad, no solo para los posibles futuros investigadores, sino que por la alfabetización científica de la población en general, más aún en estos tiempos de pandemia. La ciencia es un verbo, no un sustantivo, la idea no es sólo llegar con números y datos de memoria, es expresar que no solo importan las respuestas correctas, sino que también hacer las preguntas correctas. La ciencia es sobre todo una forma de pensar.