En la última década, la inquietud en el mundo por la situación medioambiental ha ido en aumento. El calentamiento global y los efectos que la contaminación en general están provocando en la población no sólo han generado voces de alarma, sino que también han impulsado el estudio y la búsqueda de fórmulas que minimicen su impacto.
Para el Banco Mundial, el manejo sostenible del Medio Ambiente y los recursos naturales es crucial para el crecimiento económico y el bienestar humano. El rol que las universidades pueden cumplir en este aspecto a partir del trabajo de sus estudiantes, académicos, profesionales e investigadores, es fundamental, y en ese sentido es que la Universidad de La Frontera está impulsando una iniciativa que pretende mejorar la calidad de vida de los habitantes de 10 comunas de La Araucanía.
Se trata de las Clínicas de Asistencia Ambiental, proyecto que lidera la carrera de Ingeniería Civil Ambiental y que surgió a través del convenio suscrito en 2016 con el Ministerio del Medio Ambiente. Esta alianza permite que tanto alumnos como sus docentes aborden problemas ambientales en 10 municipalidades, adscritas al Sistema de Certificación Ambiental Municipal.
La caracterización físico-química y biológica de cursos de agua en 9 comunas (Temuco, Nueva Imperial, Collipulli, Carahue, Purén, Traiguén, Gorbea, Victoria y Loncoche); el diseño de plantas de biodiesel para Temuco, Nueva Imperial y Angol; la caracterización de residuos en Temuco, además de biodigestores en Nueva Imperial y un análisis de calidad del pellet presente en el mercado regional, son los temas que actualmente desarrollan los estudiantes de la UFRO.
“En las 5 asignaturas involucradas en las Clínicas Ambientales vamos a realizar innovación microcurricular, que consiste en abordar una metodología situada del estudiante respecto a problemáticas reales de la región, que están siendo provistas por 10 de sus 32 municipios”, explicó la Dra. Marcia Zambrano, directora de carrera de Ingeniería Civil Ambiental de la UFRO.
“Lo que buscamos es que los alumnos no sólo obtengan el conocimiento teórico y especializado, sino que además cuenten con la oportunidad de desarrollar competencias genéricas y profesionales, que son las que hoy en día requerimos desarrollar en todos los estudiantes de ingeniería y de pregrado”, agregó Ana Patricia Pino, coordinadora de Desarrollo Docente e Innovación Metodológica de la Vicerrectoría de Pregrado, unidad que está entregando la asesoría metodológica correspondiente a la iniciativa.
Para el académico Cristian Bornhardt, director del proyecto Ingeniería 2030 de la MacroFacultad y académico de la carrera, la iniciativa “es una muestra de lo que se busca cuando hablamos de innovación metodológica en la docencia, y uno de los elementos importantes de ello, que también impacta en el proceso de formación completo de nuestros ingenieros, es que resuelvan problemas reales de su entorno, para que contextualicen el aprendizaje en torno a lo que realmente se requiere”.
Novedosa experiencia
Esta experiencia ha entregado a los alumnos la posibilidad de vincularse directamente con la realidad que enfrenta un tercio de las comunas de La Araucanía, obteniendo herramientas que contribuyen a su formación académica, personal y profesional.
“Es algo nuevo para crecer como futuro profesional, y en general, permite conocer el ambiente y el terreno de trabajo más allá de la teoría”, aseguró Alain Antinao, estudiante de cuarto año de Ingeniería Civil Ambiental, que forma parte del grupo de alumnos que desarrolla su trabajo en Temuco.
“Estamos ayudando a la Municipalidad de Temuco para que cuente con un estudio y caracterización de residuos, con los datos pertinentes para desarrollar cualquier proyecto que desee. Separamos los residuos en papel, cartón, aluminio y otros, luego los pesamos y tomamos los datos para elaborar lo que se necesite posteriormente”, indicó.
“Sentimos un gran apoyo de parte del municipio. Para nosotros, es importante que se hagan alianzas, porque generamos vinculación con el medio, y eso para nosotros es importante”, añadió Matías Iturra, alumno de la misma carrera.
Una labor similar es la que se efectúa en Nueva Imperial. En la comunidad rural de Rulo, los estudiantes están buscando fórmulas para resolver los problemas en el mal funcionamiento de biodigestores instalados en el sector el año 2015. “Vinimos a este lugar a encontrar una solución a la problemática que tienen con sus biodigestores, ya que no logran sacar el suficiente biogas para producir calor. Recolectamos muestras, las que llevamos al laboratorio y ahí encontraremos la posible solución”, dijo José Figueroa, estudiante de Ingeniería Civil Industria mención Mecánica, que colabora con la iniciativa.
“El biogas se produce a partir de bacterias y la idea es alimentar estos biodigestores a partir de residuos que estén a la mano en el campo. El objetivo de este trabajo es que los alumnos puedan hacer una evaluación de estos biodigestores, a través de un estudio para ponerlos a punto”, agregó Alvaro Torres, investigador y docente de la carrera.
En este sentido, Claudia Paredes, encargada de la Unidad de Medio Ambiente de Nueva Imperial, precisó que “hay 9 biodigestores en la comunidad Gallardo Tranamil Pichún, que van en directa relación con el cuidado del medio ambiente. Lo que se busca es aprovechar los purines de los animales de crianza, y a la vez generar un tipo de combustión que va a ayudar para que exista un menor uso de leña, lo que permite evitar la contaminación y ayudar a las familias”, concluyó.