La Comisión Lancet para la Prevención, Intervención y Atención de la Demencia, en un ejercicio de revisión constante, establece una lista de nueve factores de riesgo potencialmente modificables que pueden incidir en la aparición de la demencia.
Se trata de bajo nivel educativo, hipertensión, alteraciones auditivas, tabaquismo, obesidad, depresión, inactividad física, diabetes y escaso contacto social.
A los que se suman tres nuevos factores, tras la última actualización publicada por la Comisión el pasado 30 de julio: consumo excesivo de alcohol, lesiones cerebrales traumáticas y contaminación atmosférica, completando un total de 12.
Este último, dice el académico de la carrera de Terapia Ocupacional de la Universidad Mayor sede Temuco, Cristian López, “nos toca fuertemente luego de que Temuco fuera declarada como la ciudad más contaminada de la tierra según Bloomberg”.
Contaminación, Temuco y Alzheimer
“Las implicancias son claras y es que estamos expuestos a un factor de riesgo que difícilmente se puede resolver de forma particular y en donde son necesarias medidas gubernamentales, además de los esfuerzos individuales para encontrar una solución”, explica López.
Sin embargo, agrega el especialista, “podemos tomar algunas medidas, de forma particular, como evitar salir o exponernos a contextos o días de gran contaminación, lo que no soluciona el problema de raíz y donde estamos sometidos a vivir en un riesgo permanente para la aparición del Alzheimer y otras enfermedades de carácter respiratorio, si no se toman las medidas necesarias a tiempo, que prevengan la aparición de esta enfermedad que tanto costo e impacto tiene en la sociedad”.
Sin embargo, la mayoría de los factores de riesgo que incluye esta lista son posibles de modificar de manera individual, ya que plantean hábitos y estilos de vida que apuntan al cuidado del cerebro, tal y como ocurre con el resto del cuerpo.
Reducir el consumo del alcohol, reducir la probabilidad de hipertensión, reducir y —en el mejor de los casos— eliminar el consumo de tabaco, además de procurar una buena alimentación y actividad física, son hábitos transversalmente recomendados por los profesionales que, junto con beneficiar la salud del cerebro, tienen impacto directo en el resto del organismo.
Asimismo, detalla López, para situaciones como las generadas por problemas de alteraciones auditivas, aparición de depresión y problemas para controlar el consumo de alcohol, existen equipos y profesionales de salud que permiten mantener o mejorar la resolución de cada una de esas situaciones.
—¿Qué otros elementos o cuidados podemos agregar para prevenir el Alzheimer, por ejemplo?
—Para prevenir el Alzheimer es necesario primero pensarlo no como algo que es propio de la vejez, sino como el resultado de cada estilo de vida, así que ya teniendo claro cuáles son los principales elementos que me pueden poner en riesgo y exponer a la aparición de la enfermedad, para la mayoría de las situaciones está en uno generar las estrategias para llevar a cabo una vida saludable y no recordarlo recién cuando uno es una persona mayor. Por otro parte, existen factores que son difícilmente modificables a nivel individual y en donde es necesario visualizar cuáles son las estrategias y medidas necesarias para aportar a la prevención de esta enfermedad.