En lo que va de 2020, Temuco suma su cuarta preemergencia ambiental por mala calidad del aire, escenario complejo que se repite cada año con la llegada de las bajas temperaturas y por el que las autoridades implementaron el Plan de Descontaminación Atmosférica por MP2,5 y MP10, conocido como PDA.
Los altos niveles de contaminación, según precisa Javier Arangua, director regional de Arquitectura de la Universidad Mayor, son uno de los principales problemas ambientales que enfrenta Temuco, los que cada temporada invernal influyen en el aumento de las enfermedades respiratorias.
“La mayor concentración de material por uso de leña se da en el sector poniente, afectando de igual forma a los sectores de Pedro de Valdivia y Fundo El Carmen”, detalla el académico. Pero, ¿por qué, pese a las medidas de prevención y programas de recambio de estufas, los índices no bajan?
El arquitecto explica que al componente cultural, donde las personas, a pesar de conocer el impacto negativo de estos sistemas, los siguen utilizando, se suma la inexistencia de otras formas de calefacción eficientes y, más importante aún, asequibles, especialmente para la población más vulnerable.
Desde la planificación y el diseño de la ciudad, existen estrategias que podrían ayudar en esta problemática, pero a mediano y largo plazo. Entre ellas, promover la densificación, a través de soluciones habitacionales colectivas, evitando los barrios de viviendas aisladas, donde cada una de ellas es fuente potencial de contaminación.
Gestión de residuos
Otro problema ambiental que enfrenta Temuco, se relaciona con la gestión de residuos domiciliarios y la presencia de microbasurales, los cuales están distribuidos en toda la ciudad, con mayor tendencia en sectores periféricos, principalmente en sitios eriazos y quebradas, próximos a recursos hídricos.
Al respecto, indica Arangua, es fundamental la puesta en valor de espacios que poseen funciones ambientales relevantes para el funcionamiento de la ciudad, como cursos de agua, humedales y áreas de anegamiento, los que ayudan a la regulación de las napas subterráneas, y que aportan espacios verdes.
Por ello, “toda acción conducente a recuperar estos espacios, transformándolos en áreas verdes protegidas, son clave”.
Asimismo, “disminuir la generación de residuos domiciliarios, a partir de programas de reciclaje y educación medioambiental, serán acciones que aporten al fortalecimiento de la conciencia social y ambiental, que es el primer gran paso hacia una ciudad sostenible”, concluye el académico.
Áreas verdes
“Si analizamos las medidas que propone el Plan de Descontaminación Atmosférica para las comunas de Temuco y Padre Las Casas, ninguna de ellas menciona el valor de la vegetación o de las áreas verdes en la disminución de la contaminación”, dice la docente de Arquitectura, Verónica Gárate.
Al respecto, los estudios indican que las áreas verdes proveen de servicios ecosistémicos a la ciudad, los que están asociados a la regulación de la temperatura, al mejoramiento de la calidad del aire, y a la infiltración y drenaje de aguas, entre otros.
Esto deja ver que “las áreas verdes no solo entregan un beneficio social, sino que también aportan a la mejora de la calidad ambiental de las ciudades”. Así, la vegetación actuaría como un filtro que absorbe y retiene la contaminación, siendo capaz de regular los gases presentes en el aire (más O2 y menos CO2).
Por ejemplo, una calle con arbolado urbano, dependiendo de las características de la especie, puede llegar a tener un 15% menos de partículas de polvo en suspensión, que una que no lo posea.
Estrategias clave
Según la experta, existirían tres estrategias clave, asociadas a las áreas verdes en una macroescala, para enfrentar la contaminación ambiental.
La primera, “está asociada al incremento y accesibilidad a las áreas verdes en nuestras ciudades, especialmente en aquellos sectores con mayor déficit; la segunda, a potenciar el arbolado urbano, junto con incentivar la utilización de medios de transportes no motorizados; y en tercer lugar, implementar una red interconectada de espacios verdes, dando énfasis a los elementos naturales existentes en nuestra ciudad y que, de manera natural, entregan beneficios medioambientales al sistema urbano”, detalla Gárate.
Además, existen criterios de desarrollo sostenible que pueden aplicarse en el diseño de los espacios públicos a una menor escala, como la incorporación de suelos más permeables y la selección de vegetación, como árboles persistentes, con hojas grandes y rugosas que permiten una mayor filtración del aire y captura del CO2.