A más de un año del inicio de la pandemia, el uso de mascarilla —esencial para evitar contagios por coronavirus— sigue representando un verdadero desafío a la hora de comunicarnos, con consecuencias directas para nuestra voz.
Según explica el académico de la carrera de Fonoaudiología de la Universidad Mayor sede Temuco, Gonzalo Inostroza, el uso de la mascarilla puede dañar la voz a corto y largo plazo, por lo que sería clave poner atención a los síntomas.
Picazón y sensación de sequedad en la garganta, además de fatiga vocal, son algunos de los síntomas a corto plazo, los que “podrían aparecer por habar por un tiempo prolongado con mascarilla”, dice el fonoaudiólogo especialista en voz.
Cuando conversamos, detalla Inostroza, lo hacemos a ciertas frecuencias, las que serían distorsionadas por el uso de la mascarilla, perdiéndose la inteligibilidad de las palabras. Es decir, se entendería menos, provocando preguntas como: “¿Qué dijiste?”.
Esta situación sería más extrema cuando hay plástico o vidrio como barrera extra, por ejemplo, en atención a clientes.
“Lo que ocurre, finalmente, es que tendemos a elevar la intensidad de nuestra voz y la intensidad de la voz es directamente proporcional a la colisión que tienen nuestros pliegues o cuerdas vocales”, indica el docente.
Si el aumento de la intensidad de la voz se sostiene en el tiempo, a largo plazo se generará mayor impacto, apareciendo problemas más graves como la disfonía, pérdida parcial de la voz, o afonía, pérdida total de la voz, que a diferencia de los síntomas antes mencionados no desaparecen con el paso de los días.
“Estos son casos más extremos o graves que, a mi juicio, difícilmente aparecerán por usar mascarilla. Sin embargo, los síntomas son cada vez más comunes, especialmente en quienes usan mascarilla y atienden público todos los días, por periodos prolongados”, aclara.
Es por esto que el experto recomienda que al detectar cualquiera de estos síntomas las personas consulten con un fonoaudiólogo especialista en el área de voz o con un otorrinolaringólogo, para prevenir que aparezcan disfonías, afonías o patologías más complejas.
Algunas recomendaciones
Para cuidar la voz sería clave hidratar el cuerpo de manera adecuada, bebiendo entre dos a tres litros de agua, en pequeños sorbos, durante todo el día. “Cuando hablo de agua me refiero a la de la llave o mineral sin gas, no de hiervas, té o café, o bebidas. Porque, si el cuerpo se mantiene bien hidratado, nuestras cuerdas vocales también lo harán, y eso disminuye el riesgo de cualquier problema”, asegura el docente U. Mayor.
Otro consejo sería articular bien los sonidos del habla o, en palabras simples, modular bien. Y, también, fortalecer el lenguaje no verbal.
“Debemos ocupar otras partes del cuerpo para expresar nuestro mensaje, no descansar ciento por ciento en la voz. Usar más nuestras expresiones faciales, nuestras manos, nuestro cuerpo”, señala Inostroza.
Finalmente, evitar comunicarse por periodos prolongados y a alta intensidad. Es decir, no hablar muy fuerte durante mucho rato, ayudaría a prevenir eventuales patologías.