Docentes de la U. Mayor indican cómo cuidar la salud respiratoria

    Son partículas pequeñísimas e imperceptibles con las cuales hemos convivido desde mucho antes de saber que existen. Entran por nuestras vías respiratorias, pasan a nuestros pulmones y se alojan directamente en los alveolos.

    Se trata del material que expele la combustión de leña en calefactores –material particulado fino, PM 2,5, en términos técnicos- y  del que existe conciencia del daño que provoca desde mediados de la década pasada, cuando la calidad del aire pasó a ser un tema de discusión en Temuco y Padre Las Casas.

    Hoy en día debemos hacer nuestras actividades normales en horarios en que la presencia de este material se hace visible a través del humo, sobretodo a primera hora de la mañana y después de las 17 horas.

    El médico José Luis Calleja, director de la carrera de Medicina de la Universidad Mayor, ha podido constatar a través de su experiencia en Salud Pública la magnitud del problema. Advierte que el origen de las enfermedades respiratorias es diverso, pero la exposición a un aire contaminado puede agravar cualquier afección de base.

    “El tema de la contaminación ambiental es complejo  y siempre va a requerir de un abordaje multidisciplinario y salud solo es una de ellas”, apunta. Y es que, como ya se ha planteado, se trata de un tema de políticas públicas que abarca también la construcción de viviendas y los medios de calefacción.

    ¿Cómo es el material particulado fino?

    Calleja asegura que los estudios que asocian contaminación ambiental y enfermedades respiratorias van a ir “adquiriendo más robustez científica, porque se han generado supuestos e hipótesis que necesitan comprobación”. Dicha información certera debiera aportar a las decisiones de la autoridad.

    A la hora de describir cómo el hollín de la combustión de leña llega a nosotros, la directora de la carrera de Kinesiología de la U. Mayor Fanny Bracho explica: “Se trata de un material de muy fácil depósito en nuestras vías respiratorias, de un peso específico muy liviano y cuando se acumula va desmejorando nuestra capacidad respiratoria”.

    La exposición prolongada y año tras año a este tipo de material no solo favorece la aparición de enfermedades respiratorias, sino también cardiovasculares.  Y ese efecto acumulativo se ha ido notando con los años en nuestra zona.

    “Nuestras defensas se van debilitando a largo plazo. Han ido saliendo estudios al respecto y se sabe que afectan a cualquier edad, más a las personas mayores o a personas que fuman, por ejemplo. Dentro de las salas de centros asistenciales este año ha habido un incremento muy grande de enfermedades respiratorias, hay cierto colapso y julio ha sido un mes muy complicado con  respecto al año pasado” afirma Bracho.

    La doctora Rossana Villalobos, pediatra y docente de la U. Mayor, hace hincapié en la importancia de reiterar los consejos que previenen el detrimento de la salud de la que es parte de la población más vulnerable, es decir, los niños.

    “Primero que todo, lavar las manos de niños y niñas frecuentemente y que estos tengan sus vacunas al día.  Por supuesto, debemos recordar cubrirnos la boca al estornudar o toser. Las casas deben ser ventiladas con frecuencia para evitar la humedad y que circule el aire, y si va a salir con sus hijos, evitar exponerlos a espacios con aglomeraciones”, señala.

    Y, por supuesto, tanto niños como adultos deben quedar fuera de exposición al humo del cigarrillo y evitar realizar actividad física en días de emergencia.  Son medidas sencillas que disminuyen los riesgos de manera considerable.